El rol del consultor GRC ante la Inteligencia Artificial

El rol del consultor GRC ante la Inteligencia Artificial

El consultor GRC aplicado a la IA es un profesional multidisciplinar, con conocimientos en tecnología, regulación, gestión de riesgos, ciberseguridad, privacidad y ética

La Inteligencia Artificial (IA) ha dejado de ser una tecnología emergente para convertirse en un motor de transformación que redefine la manera en que las organizaciones operan, toman decisiones y gestionan riesgos. Desde la automatización de procesos hasta la generación de decisiones predictivas, la IA ofrece oportunidades sin precedentes para aumentar la eficiencia, optimizar la experiencia del cliente y mejorar la toma de decisiones estratégicas.

Sin embargo, este crecimiento también ha resaltado una incómoda realidad: mientras que en 2024 el 78 % de las empresas ya empleaban IA en al menos una función empresarial (AI Index Report 2025, Stanford University), solo una de cada cuatro reconoce tener un programa de gobernanza de IA plenamente implementado (AuditBoard, 2024). Esta brecha entre adopción y control deja a muchas organizaciones expuestas a sesgos, vulnerabilidades de seguridad, riesgos de privacidad, dependencia operativa y posibles impactos reputacionales y legales.

Frente a este escenario, surge un profesional indispensable: el consultor GRC (Gobernanza, Riesgo y Cumplimiento) especializado en IA, cuya labor va mucho más allá del cumplimiento normativo tradicional.

¿Qué define a este nuevo perfil de consultor GRC?

El consultor GRC aplicado a la IA es un profesional multidisciplinar, con conocimientos en tecnología, regulación, gestión de riesgos, ciberseguridad, privacidad y ética. Su visión estratégica le permite integrar la gobernanza tecnológica con la gestión del riesgo y el cumplimiento normativo asegurando que cada proyecto de IA genere valor sin comprometer la confianza, la seguridad o la reputación corporativa.

Este profesional comprende que los riesgos no se limitan a la normativa, sino que incluyen factores sociales, éticos y operativos. Por ello, su labor requiere anticipación, planificación y diseño de marcos de control adaptativos que evolucionen al ritmo de la tecnología. Solo así la IA puede convertirse en un activo estratégico, en lugar de un riesgo potencial para la organización.

Conector entre Legal, Tecnología y Negocio

El consultor GRC se convierte en el traductor imprescindible entre tres áreas que habitualmente no hablan el mismo idioma: el legal, el tecnológico y el de negocio. Esto implica garantizar que los sistemas de IA cumplan con marcos regulatorios como el Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial o la norma ISO/IEC 42001, al mismo tiempo que los riesgos asociados se gestionan de manera integral desde una perspectiva organizativa, técnica y legal.

Esta nueva figura permite traducir los requisitos legales y éticos en acciones concretas dentro de los equipos de desarrollo y operación asegurando que la IA se implemente de manera segura, efectiva y alineada con los objetivos corporativos. Además, facilita la comunicación entre distintas áreas fomentando la colaboración y reduciendo fricciones internas que podrían comprometer la eficiencia y la gobernanza de la tecnología.

¿Cuáles son sus funciones principales?

En este contexto, el consultor GRC surge como un rol clave para que la IA no solo funcione, sino que funcione bien generando valor y seguridad para toda la organización. Entre las funciones que definen este rol estratégico encontramos:

  1. Evaluación de riesgos específicos.

La IA introduce riesgos inéditos y complejos. El consultor GRC deberá identificar y evaluar desde los sesgos y discriminación en los modelos de decisión, hasta la falta de transparencia en los procesos automatizados, riesgos de seguridad asociados a usos maliciosos, tratamiento indebido de datos sensibles, dependencia excesiva de sistemas automatizados y riesgos legales y reputacionales.

Por ejemplo, un algoritmo de selección de personal podría discriminar inadvertidamente a determinados perfiles si no se evalúan los sesgos implícitos en los datos de entrenamiento. De igual manera, un sistema automatizado de detección de fraudes podría generar falsas alertas o pasar por alto incidencias críticas si no se aplican controles adecuados. Anticipar estos escenarios y proponer medidas de mitigación es una función crucial del consultor GRC combinando conocimiento técnico, normativo y estratégico para proteger la organización sin suponer un freno a su innovación.

  1. Diseño de marcos de control.

Frente a riesgos complejos, los marcos de control deberán ser dinámicos y adaptativos, capaces de supervisar el desempeño de los modelos, garantizar la trazabilidad de las decisiones automatizadas y mantener una supervisión humana en procesos críticos.

El consultor GRC colaborará estrechamente con los equipos técnicos y de negocio estableciendo políticas, controles y procedimientos que aseguren que la IA cumpla con objetivos estratégicos y regulatorios. Este diseño no es estático: requiere revisiones periódicas, auditorías y ajustes continuos para mantener la eficacia del control frente a cambios tecnológicos o normativos asegurando la continuidad operativa y la confianza de clientes, reguladores y la sociedad.

  1. Automatización de procesos.

La automatización es uno de los mayores beneficios de la IA, desde la evaluación de riesgos hasta la monitorización de indicadores estratégicos en tiempo real. Sin embargo, su implementación requiere liderazgo y supervisión especializada.

El consultor GRC asegurará que la automatización contribuya a la eficiencia organizativa sin poner en riesgo la integridad de los sistemas ni la seguridad de los datos. Su labor incluye diseñar mecanismos de revisión y auditoría, supervisar la correcta ejecución de los procesos automatizados y garantizar que los resultados sean verificables y explicables ante auditores o reguladores.

  1. Gobernanza ética.

Más allá del cumplimiento normativo, la ética también constituye un pilar estratégico en la adopción de la IA. El consultor GRC promoverá políticas de uso responsable, evaluará los impactos sociales y éticos de los modelos implementados y asegurará que los principios de transparencia y explicabilidad estén presentes a lo largo de todo el ciclo de vida de la tecnología.

Este enfoque ético generará confianza y fortalecerá la reputación corporativa, pero también permitirá anticipar riesgos reputacionales derivados de decisiones automatizadas que puedan afectar a clientes, empleados o la sociedad.

  1. Formación y sensibilización.

La adopción de IA solo tiene éxito si las personas comprenden sus riesgos, obligaciones y oportunidades. En este sentido, el rol del consultor también implicará promover prácticas responsables y conscientes dando difusión a los principios legales y éticos aplicables.

Este trabajo educativo permitirá reforzar una cultura organizativa de confianza, responsabilidad y transparencia de manera que cada decisión automatizada se utilice de manera segura y estratégica, y garantizando que los equipos internos se sientan capacitados para interactuar con la IA de forma efectiva, segura y responsable.

  1. Adquisición de nuevos conocimientos.

La regulación de la IA y los estándares de buenas prácticas evolucionan rápidamente. Normativas como el Reglamento Europeo de IA, la ISO/IEC 42001:2023 o el Código de Buenas Prácticas para IA de uso general requieren que los consultores GRC se mantengan actualizados continuamente en competencias técnicas, regulatorias y de gobernanza.

Y es que el conocimiento constante le permitirá anticipar cambios normativos, ajustar marcos de control y capacitar a la organización para enfrentar riesgos emergentes.

El avance de la Inteligencia Artificial es imparable, y con él aumenta el número de organizaciones que incorporan sistemas basados en IA para transformar sus negocios. Esta adopción masiva no solo genera oportunidades, también obliga a rediseñar procesos de gestión, control y supervisión que garanticen el uso responsable de la tecnología. Sin un perfil especializado capaz de traducir los requisitos regulatorios y éticos en acciones concretas, muchas entidades quedarán expuestas a sanciones, pérdida de confianza o incluso a errores estratégicos que comprometan su competitividad.

El consultor GRC especializado en IA no puede considerarse un rol complementario: es el eslabón esencial que convierte la innovación en un activo sostenible y confiable. Su habilidad para articular ética, cumplimiento, negocio y tecnología lo posiciona como un garante de confianza y un impulsor de valor estratégico.

Como hemos visto, en este contexto donde la IA redefine procesos y decisiones estratégicas, y puede ser tanto una oportunidad como un riesgo, ¿estamos realmente preparados para asumir este camino sin una supervisión especializada que nos guíe?

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Claudia Arias
Govertis, parte de Telefónica Tech

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