La IA y el futuro del empleo: ¿oportunidades o amenazas?
La IA y el futuro del empleo: ¿oportunidades o amenazas?
Un reciente estudio de Microsoft Research en colaboración con la Universidad de Cornell ha puesto el tema sobre la mesa: ¿nos ayudará la IA a ser más productivos o nos quitará el empleo?
La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en el mundo laboral ha generado tanto entusiasmo como inquietud. Un reciente estudio de Microsoft Research en colaboración con la Universidad de Cornell ha puesto el tema sobre la mesa: ¿nos ayudará la IA a ser más productivos o nos quitará el empleo? A continuación, exploramos los hallazgos clave de este estudio y por qué las conclusiones invitan al optimismo sobre el papel de la IA en nuestros trabajos cotidianos.
Un estudio revela qué trabajos son más “automatizables” por la IA
Microsoft analizó 200.000 conversaciones reales entre usuarios y su asistente de IA (Bing Copilot) para identificar en qué tareas la IA puede desempeñarse con éxito. El informe, titulado “Working with AI: Measuring the Occupational Implications of Generative AI”, encontró que muchas actividades típicas de oficina –especialmente tareas de búsqueda de información, redacción y asistencia– coinciden con lo que las herramientas de IA ya hacen de forma eficaz. No sorprende, entonces, que las ocupaciones centradas en comunicación y procesamiento de lenguaje sean las más expuestas.
De hecho, el estudio identificó 40 ocupaciones especialmente vulnerables a la automatización de tareas mediante IA. Entre los 10 empleos con mayor riesgo destacan intérpretes y traductores, historiadores, auxiliares de pasajeros, representantes de ventas, escritores y autores, agentes de atención al cliente, programadores CNC, operadores telefónicos, agentes de viajes y locutores de radio, entre otros. En el caso de intérpretes y traductores, el 98 % de sus actividades laborales podrían ser realizadas por herramientas generativas como Copilot. ¡Aquí es donde a muchos podría entrarles el pánico! Si tu profesión sale “en la foto” de esta lista, es fácil pensar «la IA viene a por mi trabajo».
Sin embargo, es crucial entender que el estudio habla de tareas automatizables, no de empleos enteros. Los investigadores aclaran que ninguna ocupación analizada puede ser completamente realizada por la IA de principio a fin. En cambio, las máquinas destacan en tareas específicas (buscar datos, resumir informes, redactar borradores, etc.), mientras que otras responsabilidades siguen recayendo en personas. Por ejemplo, los trabajos menos susceptibles a la IA son aquellos que requieren labor física o contacto humano directo, como asistentes de enfermería, ingenieros de buques, flebotomistas, reparadores de neumáticos o terapeutas de masaje, por mencionar algunos. Estas ocupaciones implican habilidades manuales o trato personal que la IA “no puede replicar fácilmente”.
¿Ayuda o sustitución? La IA como aliada del trabajador, no como enemiga
Llegamos al quid de la cuestión: ¿la IA se comerá el empleo humano o será una herramienta para mejorar nuestra productividad y calidad de vida laboral? La respuesta, según los expertos, se inclina hacia lo segundo.
Los hallazgos de Microsoft respaldan esta idea: no han detectado que la IA esté desempeñando todas las tareas de ninguna profesión en su totalidad, sino que más bien tiende a asistir o aumentar ciertas actividades, agilizando el trabajo de las personas en lugar de eliminarlas.
Es tentador pensar que, si la IA puede hacer gran parte de nuestro trabajo, los humanos sobramos. Pero la realidad es más matizada. Incluso en los empleos más expuestos, muchas tareas todavía requieren el toque humano: la creatividad para elaborar un argumento, la empatía para tratar con un cliente, la capacidad de juicio para tomar decisiones éticas, etc. Como bien resume un medio, “aunque algunas tareas podrían automatizarse, eso no significa que esos trabajos desaparezcan, sino que cambiarán”. En lugar de sustituirnos, la IA está cambiando la naturaleza de nuestros trabajos, liberándonos de tareas rutinarias para que podamos enfocarnos en labores de mayor valor añadido.
Un dato esperanzador es que los primeros efectos reales de la IA en las empresas apuntan más a la colaboración que a la sustitución. Por ejemplo, muchas personas ya usan herramientas como ChatGPT o Copilot para redactar borradores, resumir largas páginas de información o generar ideas iniciales, pero luego es el profesional humano quien revisa, ajusta el tono y verifica la precisión del resultado. Es decir, la IA funciona como un “copiloto”: ayuda con el trabajo pesado inicial, pero no conduce el avión sin el piloto humano.
Incluso Microsoft enfatiza la cautela a la hora de interpretar estos hallazgos: que una ocupación tenga muchas tareas automatizables no garantiza que vaya a sufrir despidos o bajadas salariales inmediatas. El impacto real depende de cómo las empresas reorganicen el trabajo y de nuevas oportunidades que surjan gracias a la tecnología, cosas difíciles de predecir. Como señalaron los investigadores, asumir automáticamente que “más IA = menos empleos o peores salarios” sería un error, porque la historia muestra que la tecnología también crea nuevas formas de trabajar.
IA y mejora de productividad y salarios: datos que invitan al optimismo
Lejos de provocar un desastre laboral, la integración de la IA podría traducirse en beneficios económicos para trabajadores y empresas. Un informe global de PwC (Barómetro de la IA en el mundo laboral 2025) halló que los sectores más expuestos a la IA han experimentado un crecimiento en productividad notablemente mayor que aquellos con menor adopción tecnológica. En concreto, las industrias pioneras en IA aumentaron sus ingresos por empleado en un 27 % entre 2018 y 2024, frente a solo un 9 % de crecimiento en las menos expuestas en ese mismo periodo. La IA, por tanto, se vislumbra como un motor tangible de eficiencia, permitiendo hacer más (y mejor) con menos esfuerzo humano.
Más importante aún, los salarios parecen beneficiarse cuando la IA se incorpora inteligentemente. El mismo estudio de PwC señala que los trabajos en industrias altamente influenciadas por la IA vieron sus salarios crecer al doble de velocidad comparado con sectores menos tecnológicos. Es decir, en los entornos donde la IA apoya al trabajador, la remuneración tiende a mejorar, no a estancarse. Esto puede deberse a que los trabajadores aumentados con IA son más productivos y aportan más valor, lo cual puede justificar salarios más altos. De hecho, para los profesionales con habilidades avanzadas en IA (como ingenieros de prompts, científicos de datos, etc.), se ha detectado un “premium” salarial significativo –hasta un 56 % más en algunos casos respecto a roles sin esas competencias especializadas. La demanda de expertos capaces de trabajar con IA está creciendo incluso en un mercado laboral global a la baja, lo que sugiere que formarse en IA es una inversión con gran retorno.
¿Y qué hay del empleo en sí? Contra el alarmismo de la “destrucción masiva”, los datos globales indican que no estamos viendo un desempleo generalizado por IA. En todos los continentes analizados por PwC, los sectores con mayor penetración de IA mostraron incrementos en productividad, empleo y salarios a la vez. Dicho de otro modo: la IA se comporta más como una palanca de transformación que como una guadaña que arrasa puestos de trabajo. Por supuesto, hay cambios –unos roles crecen más rápido que otros– pero en términos agregados, la tecnología está impulsando la economía laboral en lugar de frenarla.
Enfocarse en lo humano: adaptación y nuevas competencias
Dado que no podemos (ni debemos) frenar la evolución de la IA, la mejor estrategia es prepararnos para convivir y prosperar con ella. Como dijo Jensen Huang, CEO de Nvidia, “cada empleo se verá afectado [por la IA], y de inmediato”, pero aquellos profesionales que dominen las herramientas de IA serán los que se mantengan competitivos frente a los que no. La clave está en la adaptación: actualizar nuestras habilidades y asumir que nuestros roles van a evolucionar.
Muchas empresas líderes ya fomentan –o incluso exigen– el uso de IA entre sus empleados para acelerar flujos de trabajo. Esto no significa trabajar más, sino trabajar de forma más inteligente. Si la IA se encarga de las tareas repetitivas, nosotros podemos centrar la energía en la estrategia, la creatividad y la innovación. En este sentido, los expertos aconsejan fortalecer aquellas competencias exclusivamente humanas que la IA difícilmente podrá imitar en mucho tiempo:
- Empatía y habilidades interpersonales: para entender emociones, motivaciones y construir relaciones humanas de confianza.
- Curiosidad y aprendizaje continuo: una actitud de aprendizaje permanente para dominar nuevas tecnologías y metodologías a medida que surgen.
- Inteligencia emocional y liderazgo: guiar equipos, inspirar, resolver conflictos y tomar decisiones éticas que consideren el contexto humano.
- Pensamiento crítico y creatividad: capacidad de resolver problemas complejos, generar ideas originales y adaptar el conocimiento a situaciones novedosas.
Fortalecer estas habilidades “blandas”, sumado a adquirir conocimientos técnicos básicos de IA, nos convierte en profesionales complementados por la tecnología, no sustituidos por ella. Como concluye el informe de Microsoft, sobrevivir y prosperar en la era de la IA requiere “aprender a trabajar con ella, más que intentar evitarla”. En otras palabras, la IA será tan útil como lo permita nuestra disposición a integrarla en lo que hacemos.
Conclusión: un futuro de colaboración humano-IA optimista
Analizando los resultados del estudio, en vez de alimentar el temor, sus resultados y análisis apuntan a un futuro donde la IA será un socio poderoso para los trabajadores. ¿Ayuda o sustitución? Todo indica que la IA será principalmente una ayuda, un multiplicador de productividad que, bien aprovechado, podría traducirse en mejores salarios y crecimiento profesional en lugar de desempleo.
Por supuesto, habrá desafíos. Algunas tareas desaparecerán de nuestras descripciones de puesto, y tendremos que estar dispuestos a redefinir nuestro trabajo. Pero si algo nos enseña la historia, es que la humanidad ha superado numerosas revoluciones tecnológicas adaptándose e innovando. La IA no tiene por qué ser diferente.
En conclusión, no vemos un futuro donde los humanos sobramos, sino uno donde humanos e inteligencias artificiales trabajan codo con codo. Mientras no podamos controlar el avance imparable de la IA, sí podemos controlar cómo reaccionamos nosotros: con miedo o con preparación. Invirtamos en nuestras capacidades, mantengámonos curiosos y abiertos al cambio. Con la actitud correcta, la IA no será ese “villano” que se come los empleos, sino la herramienta que nos liberará de lo tedioso para que podamos concentrarnos en aquello que realmente nos hace humanos – y, en última instancia, más productivos y realizados en nuestras carreras.
Noelia González
Presidenta Comunidad AEC de Inteligencia Artificial